El presente artículo fue escrito para su publicación en una revista porteña pero, por inciertas complicaciones internas del medio capitalino, es condenada al repositorio. Por pereza del autor, se publica recién un par de meses después de lo que la agenda lo exige. Ahí les va.
Por Rodrigo Chavez Lagraba
Decir sin decir, o cómo no decir diciendo, fue la estrategia discursiva de la cumbre del MERCOSUR en boca de los funcionarios de los países asistentes. Empezando por lo esquivo de los mandatarios presidenciales a prestar declaración a la prensa (sólo Bolsonaro permitió una ronda con medios de su país) y siguiendo con un lenguaje extremadamente técnico, oscurantista y evasivo en las respuestas de los ministros a los periodistas.
El preacuerdo con la Unión Europea fue el tema sobresaliente de la cumbre, lo riesgoso para algunos sectores de la producción y lo beneficioso para otros. Como es sabido, el sector agropecuario es quien más celebra el potencial acuerdo frente a sectores con mayor valor agregado, que podrían sufrir la apertura de importaciones de los países europeos con mayor ventaja comparativa.